lunes, 27 de febrero de 2017

Un suceso que marcó mi vida

Por:  Janna Sharit Burgos Ayala, febrero de 2017

Un sábado a las siete de la mañana salí a clase de patinaje como cada semana. Me puse los patines y entré a la pista con mis amigas, hicimos un ejercicio con conos naranjas de plástico que se trataba de hacer zigzag y al final rematar hasta el último cono. A mí me pareció sencillo, hasta que me di cuenta que una de mis amigas se había caído y se sacó todo el aire.
Ya después se recuperó, y como de costumbre hicimos la carrera final de dos o tres vueltas que es donde se aplica todo lo que aprendimos, ahí la pista se divide en dos, los pequeños por abajo y los grandes por arriba. Yo estaba muy enérgica, tenía muchísima fe en que iba a ganar así que le di con toda. En un impulso de esos casi que paso de primeras, y traté de pasar por el carril de los chiquitos que estaba más desocupado pero como yo solo miraba al frente no mire que a mi lado había un profesor ayudando a sostener a uno de los bebes, me tropecé con su patín y me caí, por mi velocidad mi cara se fue adelante, mis pies atrás, en ese momento que estuve sobre el aire supe que algo feo iba a pasar conmigo, di tres vueltas, en una de esas caí sobre la pierna, en otra caí sobre mi brazo derecho, y en la última caí sobre mi hombro izquierdo.
En el momento que estaba en el piso no pensé en nada, solo me ataque a llorar. Sentí un dolor que me quemaba el brazo, como si me lo estuviera derritiendo, el profesor que me hizo caer me decía –¡párese, párese!- y yo, con sufrimiento me paré, miré, y estaba en toda la mitad de la pista, pero no podía moverme, era como si una fuerza magnética me empujara hacia el piso de nuevo. Mientras sostenía mi brazo miraba a todas partes para que alguien me ayudara, llego mi mamá y Jennith, mi entrenadora, ella me revisó el brazo y vio que tenía una bola, que para mi parecía un huevo, mi mami y ella se hacían caras, mientras tanto yo aún seguía llorando. Más tarde llamaron a una ambulancia para llevarme al hospital de emergencia, al subirme a la camioneta me dolía más el brazo porque se movía y saltaba mucho, aunque mi mami decía que era muy chévere que en la vía le abrieran el paso para pasar, yo sólo tenía cabeza para pensar en mi dolor.
Llegamos al hospital y me tomaron radiografías y… al fin y al cabo me fracturé el húmero; en ese momento cuando me dieron la noticia casi se me rompe el corazón de saber que debería someterme a una cirugía. Me enviaron a casa y una semana después conocí al doctor que me atendería y operaría el brazo. Lo primero que pense de él fue que iba a ser duro conmigo pero al hablarnos reconocí que era la persona más noble y gentil que había conocido.
Él me dijo la fecha y hora de mi cirugía, pero, no me sentí mal, me sentí bien porque sabía que él lo haría bien. Llegó el día de la cirugía y yo no pensaba en eso, solo me puse nostálgica a la hora de entrar al quirófano pero me dejaron entrar con mi mami, me iban a canalizar pero mi vena no se dejó y me dolió, mas cuando entré me pusieron anestesia por inhalador. Yo cerré los ojos, lo último que vi fue a mi mamá, y cuando los abrí lo primero que vi fue a mi mamá.
La operación duró una hora, mi doctor hizo lo imposible por lograr que fuera una cirugía cerrada; ¡es un genio! Tuve los clavos en mi brazo durante un mes, y se curó perfetamente y de cicatriz solo me quedaron dos pequeños punticos, pero donde ese milagroso doctor no me hubiera operado yo ahora no estaría moviendo mi brazo como todos y aparte tendría una cicatriz que iría desde más arriba de mi hombro hasta el codo, ese doctor hizo muchas cosas por mí, tanto que hasta cada vez que lo veia en una cita de control se me escapaba una lágrima chiquitita emocional y no podía evitar las ganas de darle un súper abrazo,  que él respondía con el mismo cariño.

Después de todo ese complique que duró 7 meses aún sigo patinando, pero claramente con muchísima más precaución; ese accidente pasó en junio del 2016, exactamente una semana después de mi cumpleaños, ese doctor se hizo amiguísimo mío y me contó que tenia una hija como yo y que por eso hizo todo lo posible por mí, y por esa personita es que en 10 años me veo estudiando para ser doctora, pero no cualquier doctora, sino la doctora especialista en brazo y miembros superiores.  ¿Por qué? Porque cuando él me mostraba las radiografías me parecio súper, súper, súper interesante y además, porque quiero hacer feliz a mucha gente, como él me hizo a mí y ver la satisfacción en sus caras de saber que les salve la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario