Por:
Janna Sharit Burgos Ayala, febrero de 2017
Un sábado a las
siete de la mañana salí a clase de patinaje como cada semana. Me puse los
patines y entré a la pista con mis amigas, hicimos un ejercicio con conos
naranjas de plástico que se trataba de hacer zigzag y al final rematar hasta el
último cono. A mí me pareció sencillo, hasta que me di cuenta que una de mis
amigas se había caído y se sacó todo el aire.
Ya después se
recuperó, y como de costumbre hicimos la carrera final de dos o tres vueltas que
es donde se aplica todo lo que aprendimos, ahí la pista se divide en dos, los
pequeños por abajo y los grandes por arriba. Yo estaba muy enérgica, tenía
muchísima fe en que iba a ganar así que le di con toda. En un impulso de esos
casi que paso de primeras, y traté de pasar por el carril de los chiquitos que
estaba más desocupado pero como yo solo miraba al frente no mire que a mi lado
había un profesor ayudando a sostener a uno de los bebes, me tropecé con su
patín y me caí, por mi velocidad mi cara se fue adelante, mis pies atrás, en
ese momento que estuve sobre el aire supe que algo feo iba a pasar conmigo, di
tres vueltas, en una de esas caí sobre la pierna, en otra caí sobre mi brazo
derecho, y en la última caí sobre mi hombro izquierdo.
En el momento que
estaba en el piso no pensé en nada, solo me ataque a llorar. Sentí un dolor que
me quemaba el brazo, como si me lo estuviera derritiendo, el profesor que me
hizo caer me decía –¡párese, párese!- y yo, con sufrimiento me paré, miré, y
estaba en toda la mitad de la pista, pero no podía moverme, era como si una
fuerza magnética me empujara hacia el piso de nuevo. Mientras sostenía mi brazo
miraba a todas partes para que alguien me ayudara, llego mi mamá y Jennith, mi
entrenadora, ella me revisó el brazo y vio que tenía una bola, que para mi parecía
un huevo, mi mami y ella se hacían caras, mientras tanto yo aún seguía
llorando. Más tarde llamaron a una ambulancia para llevarme al hospital de
emergencia, al subirme a la camioneta me dolía más el brazo porque se movía y
saltaba mucho, aunque mi mami decía que era muy chévere que en la vía le
abrieran el paso para pasar, yo sólo tenía cabeza para pensar en mi dolor.
Llegamos al
hospital y me tomaron radiografías y… al fin y al cabo me fracturé el húmero;
en ese momento cuando me dieron la noticia casi se me rompe el corazón de saber
que debería someterme a una cirugía. Me enviaron a casa y una semana después conocí
al doctor que me atendería y operaría el brazo. Lo primero que pense de él fue
que iba a ser duro conmigo pero al hablarnos reconocí que era la persona más
noble y gentil que había conocido.
Él me dijo la fecha
y hora de mi cirugía, pero, no me sentí mal, me sentí bien porque sabía que él
lo haría bien. Llegó el día de la cirugía y yo no pensaba en eso, solo me puse
nostálgica a la hora de entrar al quirófano pero me dejaron entrar con mi mami,
me iban a canalizar pero mi vena no se dejó y me dolió, mas cuando entré me
pusieron anestesia por inhalador. Yo cerré los ojos, lo último que vi fue a mi
mamá, y cuando los abrí lo primero que vi fue a mi mamá.
La operación duró
una hora, mi doctor hizo lo imposible por lograr que fuera una cirugía cerrada;
¡es un genio! Tuve los clavos en mi brazo durante un mes, y se curó
perfetamente y de cicatriz solo me quedaron dos pequeños punticos, pero donde
ese milagroso doctor no me hubiera operado yo ahora no estaría moviendo mi brazo
como todos y aparte tendría una cicatriz que iría desde más arriba de mi hombro
hasta el codo, ese doctor hizo muchas cosas por mí, tanto que hasta cada vez
que lo veia en una cita de control se me escapaba una lágrima chiquitita
emocional y no podía evitar las ganas de darle un súper abrazo, que él respondía con el mismo cariño.
Después de todo ese
complique que duró 7 meses aún sigo patinando, pero claramente con muchísima
más precaución; ese accidente pasó en junio del 2016, exactamente una semana
después de mi cumpleaños, ese doctor se hizo amiguísimo mío y me contó que
tenia una hija como yo y que por eso hizo todo lo posible por mí, y por esa
personita es que en 10 años me veo estudiando para ser doctora, pero no
cualquier doctora, sino la doctora especialista en brazo y miembros superiores.
¿Por qué? Porque cuando él me mostraba
las radiografías me parecio súper, súper, súper interesante y además, porque
quiero hacer feliz a mucha gente, como él me hizo a mí y ver la satisfacción en
sus caras de saber que les salve la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario